lunes, 13 de abril de 2009

Historia de RAZ - Antú y Solsiré

Ya se encontraban a mediados de octubre y la primavera había llegado a todos los rincones. Aunque el ambiente estaba un poco fresco, Antú se levantó temprano para hacer algunas tareas caseras. Deseaba tener la tarde libre para cumplir una promesa: llevar a sus amigas hasta el nido de las golondrinas que había descubierto unas semanas atrás. Recordó el camino con facilidad. Estaba ubicado cerca del pueblo, aprovechando un sector espeso del bosque, a pocos metros del agua. “Son muy inteligentes, aprovechan al máximo lo que les ofrece la naturaleza”, comentó Antú. 

Casi se tropiezan con una que se encontraba en el suelo, probando sus alas. "Mira, está tratando de volar", observó Antú de inmediato y apresuró el paso, "es una golondrina aprendiz". No se quería perder ni un sólo detalle. El ave la vio y en menos de un segundo despegó con fuerza en la dirección contraria.

Las niñas la siguieron con la vista. Les causó gracia cómo subía y bajaba, zigzagueando sin rumbo fijo. Unos metros más adelante, el pajarito voló decididamente hacia el río Cristalino.

Antú y sus amigas contuvieron la respiración... ¡la golondrina ni siquiera intentó esquivar las aguas y cayó de cabeza! Las niñas se acercaron rápidamente y comprobaron que la golondrina estaba bien... se hacía camino en dirección a la orilla, donde se colocó bajo los rayos del sol para sentir el calor.

Por un instante Antú y sus amigas se sintieron aliviadas, pero, los peligros no se habían acabado. Se percataron que... ¡un inmenso caballo se acercaba al pajarito! Sin embargo, éste parecía no tener temor. Cual no fue la sorpresa de las niñas al ver como ambos animales entablaban una animada conversación. ¡Se entendían aunque eran diferentes! Procurando no hacer ruido, Antú y sus amigas se sentaron silenciosamente a observar asombradas la escena que se ofrecía ante sus ojos.

Un día Solsiré despertó con muchos deseos de perfeccionar su vuelo. Logró bajar hasta el suelo y se preguntó cómo se las arreglaría para despegar desde ahí. De pronto sintió unos ruidos y se dio cuenta que habían unas niñas que la observaban.

Debido al susto, levantó sus alas y las movió aceleradamente. Una gran sorpresa se llevó cuando se elevó sin dificultad alguna. ¡Ja! Se sentía feliz porque cada vez controlaba más su vuelo. Solsiré hacía piruetas y las niñas la miraban con admiración. Cerró un instante los ojos y sintió el viento entre sus alas. "¡Esto es maravilloso!", se dijo. Unos pocos segundos fueron suficientes para sentirse segura nuevamente. Avanzó algunos metros y algo que brillaba abajo llamó su atención. Como era curiosa, decidió descender para investigar. Fue entonces cuando vio a una golondrina que volaba directamente hacia ella... Se produjo el choque inevitable y Solsiré sintió que se hundía... Sus alas estaban muy pesadas, pero con todas sus fuerzas logró mantenerse en la superficie. No había rastro de la otra golondrina. Decidió moverse para alcanzar la orilla. Mientras se secaba al sol, aún extrañada por lo que había sucedido, escuchó una voz detrás de ella. Se dio vuelta y ahí estaba el animal más grande que Solsiré había visto.

- ¿Por qué volabas directo al río,   pequeña golondrina?- preguntó el   extraño.
- Quise descubrir qué brillaba tanto   a la luz del sol- contestó Solsiré- Fue entonces cuando vi un pajarito que venía hacia mí.
-Ese era tu reflejo- dijo el inmenso   animal, riéndose- Si te asomas,   verás que todavía
-está ahí.

Solsiré se acercó al río y pudo comprobar cómo la imagen hacía lo mismo que ella. Esto le pareció sumamente divertido, un gran descubrimiento.
-¡Ah! Algún día me voy a parecer a las golondrinas mayores- exclamó Solsiré- ¡Seré toda una   viajera!
- ¡Y yo, me voy a parecer a los caballos grandes!
- A mí me pareces suficientemente grande...-comentó la golondrina- Caballo, ¿eso eres?
- Sí, y me llamo Raz.
-¿Y son todos los caballos como tú?- Solsiré quería saber más- ¿Qué son esas cosas blancas   que tienes en la boca?
-Haces muchas preguntas para ser tan pequeña- dijo Raz- Se llaman dientes y sirven para masticar los alimentos. Son blancos porque yo me preocupo de comer frutas para limpiarlos.

Entonces, el inmenso caballo abrió la boca en una espectacular sonrisa. Luego bajó la cabeza y se puso a beber agua del río.
- Nunca había visto tanta agua junta- aprovechó   de comentar la golondrina- ¿Río dijiste que se   llamaba?
- Sí, y es de gran utilidad para todos los   animales y plantas- agregó Raz- Cada vez que   puedo, me doy un chapuzón...
- ¿Chapuzón?- Solsiré estaba muy intrigada.
- Darse un baño. No hay nada tan entretenido y   refrescante como eso- aseguró el equino-   Además, me ayuda a estar limpio. Lo menos   que quiero es enfermarme ahora que estoy tan   ágil y que atravieso los valles con rapidez.
- Mmm, creo que yo haré lo mismo. También   quiero estar sana para volar a gran velocidad-   Solsiré miró el río y luego preguntó- ¿Habrá   agua cuando yo venga a darme un chapuzón?
- Claro, viene de las montañas- la tranquilizó Raz.

- ¿Y cómo llega a las montañas?-- Cae del cielo-- ¿Cuándo?- preguntó Solsiré mirando a su   alrededor angustiada.
- No ahora- contestó el equino con risotadas- En el invierno.
-¿Invierno?--
Es la estación en la que llueve y hace frío- explicó Raz con paciencia- Ese es el momento en que ustedes las golondrinas deben emigrar en busca de tierras más cálidas...

Antú y sus amigas estaban tan absortas con la conversación entre la diminuta golondrina y el inmenso caballo que no se percataron que ya se había puesto el sol. Como se encontraban en un sector espeso del bosque, la oscuridad las rodeaba por todos lados. Expectantes, todos los ojos se posaron sobre Antú.

- ¿Estamos en problemas?-   preguntó la menor, Inka.
- No…- dijo Antú titubeando-   Emm… ¡síganme!
Ella sabía perfectamente en qué dirección se hallaba el pueblo; de todas formas, dudaba antes de dar
un nuevo paso.
Así transcurrió un largo rato y la niña se empezó a poner nerviosa. No lograba distinguir forma alguna
con claridad. Todo parecía una gran masa negra que inspiraba temor.

“Aunque no los vea, son los mismos árboles arbustos y plantas que conozco tan bien”, pensó Antú. Se detuvo a respirar hondo y sintió gran cantidad de olores familiares: eucaliptus, pino, miel y flores silvestres. De pronto experimentó un gran alivio.

-Si las golondrinas, los caballos y demás animales no le temen a la noche, nosotras tampoco- anunció Antú.
- Además, Arimatu siempre nos ha dicho que en la noche ocurren las cosas mágicas- Inka era optimista.
- Pero nunca hemos visto algo así- comentó su hermana, Adkalen, dudosa- ¿Qué podría ser…. Un hermoso espectáculo la interrumpió.

Por detrás de las majestuosas montañas salió una enorme luna llena que iluminó los alrededores con su luz plateada! Las niñas se miraron unas a otras sorprendidas con tanta belleza. “Hablando de cosas mágicas…”,

dijo Antú con una sonrisa.

Ahora podía reconocer con facilidad el camino de regreso. Dio las gracias en silencio por esta ayuda que les brindaba el cielo para llegar más pronto al hogar.

Antú guió a sus amigas hasta el pueblo con seguridad. Arimatu las esperaba a la entrada, llena de preocupación.
Antú le explicó brevemente lo que les había sucedido. “En la naturaleza hay maravillas como también hay peligros”, dijo la Sabia, “Ustedes deben mantenerse siempre cerca de sus casas porque así están protegidas”.
Arimatu recordó que, por esto, ellas tenían permiso para jugar y explorar libremente el entorno hasta el Río Cristalino y no más allá.

Esa tarde Solsiré regresó al refugio antes del anochecer, tal como se lo sugirió su nuevo amigo, Raz el caballo. Estaba muy curiosa y deseaba preguntarle a sus padres sobre eso de emigrar… Esperó que todos los integrantes de la familia se acomodaran en sus rincones y entonces empezó su interrogatorio.

- ¿Nosotros nos iremos de aquí algún día?

Solsiré vió asombro en la cara de sus hermanos. “¿Cómo se le puede ocurrir semejante cosa?”,
Probablemente pensaban .
- Claro- dijo Ayeka con calma- Porque no podemos resistir el invierno.
-Nosotros debemos salir mucho antes para que no nos alcance- agregó Kaze- Cuando las praderas se
vuelvan amarillas y los árboles pierdan sus hojas, nosotros estaremos viajando...

-¿Y hacia dónde?-preguntó Solsiré.
- Hacia el norte- le contestó- Allí hace calor. Es un lugar muy lindo...
- ¿Está lejos?- interrumpió su hija.
- A unos ocho mil kilómetros de distancia pichones lo miraron sin comprender. Kaze trató de explicar mejor: “Algo así como viajar de Arica a Puerto Montt ida y vuelta”. Solsiré, al igual que sus hermanos, no supo si esto era mucho o poco, pero esto no era lo más importante. Otro asunto le preocupaba.
- ¿Cómo llegaremos?--
Volando, por supuesto, para eso tenemos alas- dijo Kaze extendiendo las suyas.
- Pero… pero… ¿Cuánto tiempo volaremos?- Solsiré recordó que ella había quedado cansada por avanzar apenas unos metros.
- Tres meses- respondió el padre como si fuese la cosa más fácil de hacer en el mundo.
- ¿TRES MESES? esta ocasión, hasta Solsiré quedó sorprendida.
- ¿Sin parar?--
Por supuesto que no. Nos detendremos algunas veces a tomar agua- Ayeka intentó tranquilizar a sus hijos.
-¿Y la comida?--
Cazaremos insectos bajando en picada de vez en cuando- la madre movió el pico atrapando un bicho imaginario- Ya verán… pronto serán unos expertos.

Solsiré decidió que, de ahora en adelante, había que aprovechar el tiempo: practicar para poder hacer tanto proezas como acrobacia en pleno vuelo. Quería ser eficiente y, al mismo tiempo, elegante como las golondrinas mayores. "Por fin seré una viajera", se dijo y sonrió ante la idea. Pero entones surgió una nueva preocupación. Aún en el caso que volara bien, ¿cómo encontraría el camino correcto?

- ¿Qué pasa si uno de nosotros se pierde?--

Eso no va a ocurrir- señaló Ayeka con seguridad- Viajaremos todos juntos, formados como la punta de una flecha...
- Y a la cabeza irá nuestra guía de vuelo, la anciana Jaquim- agregó Kaze
- Pero, ¿no se cansa?- Solsiré sintió gran admiración por ella.
- Claro que sí- comentó la madre- Entonces es el turno de alguna de las viajeras que la siguen en la formación.
- ¿Eso significa que todas las golondrinas pueden ser guía de vuelo?--
Cuando están preparadas, por supuesto- dijo Ayeka con voz soñolienta.
“Debe ser muy dificil”, pensó de inmediato Solsiré. “Quedo contenta tan sólo con la oportunidad de viajar con toda la bandada hacia el norte”. Mientras se imaginaba el día de la partida, se quedó profundamente dormida.

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